miércoles, 27 de julio de 2011

Grande, muy grande

Por Daniel Merino

Queramos o no, México, es desde hace varios años, un país en donde el fútbol tiene una trascendencia bastante significativa. ¿Por qué el fútbol fue tan bondadoso con nosotros? Difícil de averiguar, lo cierto es que varias cuestiones hacen que el territorio mexicano pueda ser considerado parte fundamental en la historia de lo que, definitivamente, lleva siendo por mucho tiempo el deporte más seguido del mundo.

Tan sólo dos Copas del Mundo -y un pequeño margen de 16 años- bastaron para que el Estadio Azteca (único, por cierto, con dos finales mundialistas) fuera testigo de las dos leyendas más grandes que hayan pisado el rectángulo verde. Pelé confirmó su historia llena de éxito dando una actuación épica en 1970 que redondeaba su impresionante palmarés repleto de campeonatos. Maradona, por otra parte en 1986, nos regaló el gol más polémico y también el más estético que se ha podido presumir hasta el momento. Y sí, por si alguien no lo sabía, también “campeonó” por estos lares.

Hasta ahí todo bien, efectivamente como país, hemos sido testigos de la élite y no sólo eso; sino que el previamente mencionado Azteca también se puede dar el lujo de ser comparado con grandes colosos de la talla de Wembley o el inmortal y tristemente célebre Maracaná. Pero, ¿qué hay de nosotros como mexicanos? ¿Estábamos destinados a ser grandes del fútbol? Muy probablemente sí. Territorio, dinero, población, afición y diversos factores podrían haber hecho de este país un capo del fútbol.